UNA NUEVA ESTRELLA EN EL FIRMAMENTO

¿Me permitís que haga un poco de auto-bombo? Os aseguro que no es «vanitas», sino «necessitas». Al fin y al cabo, imagino que no seré el primero en usar esto de las redes sociales para pescar algo de popularidad y promocionarse.

Y es que parece que se acerca el momento… Que llega la hora de la verdad… Que lo que no era más que un sueño toma visos de convertirse en realidad… Redoble de tambor, dientes apretados, esfínteres tensos y platillos chocando…

Pues sí. Si el diablo del infortunio no lo impide, parece que mi primera novela – La Estrella de Samarcanda – verá la luz o, más bien, comenzará a emitirla – que por algo es un astro naciente – en algún momento del ya cercano mayo.

Así es. Los compañeros de Al Revés – la editorial catalana que se interesó por ella – me han confirmado que sus páginas están ya en imprenta, echando humo. Incluso me han enviado la portada que lucirá. A fe mía que es sugerente de veras.
Portada-novelaCreo que transmite todo el misterio y la magia asociada al mítico Orient Express, a bordo del cual transcurre buena parte del libro. De hecho, si queréis adentraros un poco más en su argumento, os invito a que os desviéis un poquico a la izquierda en la barra del menú y cliquéis sobre el apartado dedicado a esta “Estrella” que, ahora sí, podréis encontrar en las librerías el próximo mes.

Vamos, pues, muchachos. Reservad un par de billetes para su compra. Papi necesita parné y un refuerzo positivo para seguir tecleando.

¿No se nota que me he dedicado al marketing durante más de un lustro?

Claro que eso se acabó. Ahora escribo. Escribo porque no me queda otro remedio. Y seguiré haciéndolo mientras no acaben conmigo los infames designios de la troika aplicados por el “Walking Dead Government” de Rajoy y acólitos.

Y no porque crea que la literatura puede cambiar el mundo, ni siquiera el putrescente statu quo actual. Dudo que un actualizado «Capital» (el de Charlie Marx, digo) pudiera hacer temblar los cimientos del nuevo Capital. Si ni el bueno de Hessel lo consiguió con su «Indignaos» (y mira que era mucho más asequible) Apenas agitar algunas conciencias…

Pero hay que seguir intentándolo. Porque nuestra retorcida especie siempre sentirá la necesidad de plasmar sobre un soporte físico (está bien, o digital) las ideas que se nos pasan por la cabeza. Porque siempre habrá un sitio para la esperanza mientras nos queden fuerzas por contar y que nos cuenten una historia. Por entretener y que nos entretengan. Por compartir y por ilusionar.

Feliz Sant Jordi a todas y todos. Afilemos nuestras lanzas y plumas, que los dragones se nos multiplican.

EL VIGILANTE DE LAS ESTRELLAS

“La alienación del espectador se expresa así: cuanto más contempla menos vive. Cuanto más acepta reconocerse en las imágenes dominantes de la necesidad inventada, menos comprende su propia existencia y su propio deseo.” Guy Debort

VIGILIAS-FOTOHace ya muchos años – a mediados de los gloriosos y esquizofrénicos 80 – cayó en mis manos un libro de ilustraciones de Moebius llamado Starwatcher. Creo recordar que fue un regalo de Navidad de mis aitas, que ya conocían mi creciente pasión por el comic y, muy especialmente, por ese genio de la ciencia ficción que había venido al mundo con el nombre de Jean Giraud.

De inmediato quedé fascinado con los dibujos de aquel personaje andrógino y hierático que brindaba al lector un enigmático mohín a lo Mona Lisa. Era el vigilante de las estrellas, y tan pronto asumía un rostro como otro. Lucía una especie de uniforme y un simpático gorro cónico de estilo inidentificable. Miraba confiado a quien quisiera perderse en su universo bidimensional, sugiriendo más preguntas que respuestas.

Su historia nacía y moría en una sola viñeta pues no se movía, no emprendía nunca acción alguna. Tan sólo vigilaba. Las estrellas, al parecer. Solía estrujarme los sesos al intentar conferirle un pasado a aquel ser, así como un propósito, un futuro. Tal vez un esbozo de aventura. Casi nunca lo conseguía y, al final, me tumbaba exhausto en mi cama preguntándome qué diablos podría vigilar aquel tipo de encontrarse en mi lugar. No las estrellas, desde luego, pues rara vez alcanzábamos a ver una a través de la capa de polución sulfurosa que cubría el cielo de Bilbao.

Más tarde (o antes, quizás) me hice con otro comic del francés protagonizado por un personaje de aspecto similar e igual de mudo. Se trataba del Arzak y, a diferencia de aquel otro vigilante pasivo, éste sí pasaba a la acción cuando la situación lo requería. En un mundo sin reglas aparentes, donde la moralidad y los convencionalismos no tenían cabida, él adoptaba a mis ojos el rol de defensor de la causa justa, por mucho que ésta se tornara absurda. Definitivamente, aquel tipo me gustaba más.

Ahora, un cuarto de siglo después, tengo la sensación de que nuestro mundo (¿real?) se asemeja mucho al que nos pintara el ya fallecido Moebius (el Incal lo tenga en su gloria) a lo largo de su obra. No hay normas ni reglas… para el poderoso, claro. El lenguaje ha pasado a ser un maleable instrumento de manipulación, y los términos que una vez creímos absolutos han perdido todo significado real pasando a formar parte de una sintaxis corrompida.

Tan solo el silencio nos ofrece una mínima certeza.

El gran Moloch – como la pérfida conspiración bakalita o el oscurantista complot tecno – avanza inexorablemente en su plan maestro por apagar toda esperanza de luz. Por de pronto, ya ha logrado notables éxitos en la devastación de nuestro paisaje social, cada vez más parecido al desierto B.

VIGILIAS-FOTO-IIPululan seres verdes que asisten con indiferencia al ahorcamiento de los inocentes. Esas criaturas enjutas, privadas de conciencia, constituyen la creación estrella del gran Moloch. Se reproducen por doquier en los despachos, en los gabinetes, en juntas y poltronas. Se alimentan de nuestro dinero y nuestro voto. Una vez ahítos como cerdos, vomitan su injusticia verde para después, vacíos una vez más, contemplar abúlicos la siguiente ejecución.

¿Dónde estás, Arzak? Ven a poner un poco de caos en este asqueroso Orden. Acompáñate del Mayor Grubert y frenad la descomposición de este alocado Garaje Hermético.

Y tú, querido Moeb, descansa bajo el manzano de tu jardín de Edena. Te lo has ganado.